Todos tenemos un pasado, por más que tratemos de invisibilizarlo. Somos como hojas de un árbol que se alza hacia el cielo y pretende desconocer su relación con las raíces que lo vieron crecer. Se lo puede podar, mejorar sus ramas, darle fuerza, retocarlo, pero los cimientos siempre formarán parte de la pequeña hoja.