En el siglo XV, París era una ciudad habitada por una sociedad estamental y religiosa, tenía un gobierno que limitaba el poder del monarca, sus callejuelas eran sombrías y estaban pobladas por desheredados de la fortuna y espíritus atormentados, uno de esos espíritus era la gitana Esmeralda, que predice el porvenir y atrae fatalmente a los hombres, ella es acusada injustamente de la muerte de su amado y condenada al patíbulo. Agradecido por el apoyo que en otro tiempo recibió de ella, Quasimodo, campanero de nuestra señora, de fuerza hercúlea y horrible fealdad, la salva y le da asilo en la catedral.
El argumento es solo el eje de la historia, hay mucho detrás de ella, como una bella edificación, esta novela está construida con una amplia y sólida documentación histórica, cada personaje representa claramente su lugar, y el que más, por supuesto, es Quasimodo, casi mudo, sensible solo a los ultrasonidos, músico del Espíritu Santo, es el único que no participa en ese rumor de la ciudad. Su sordera cuestiona la ceguera de todos; su único ojo registra los subterfugios de la exclusión. Su deformidad, adaptada a los ángulos de la catedral casi desde el nacimiento, se funde en el enigmático silencio del edificio.
Es, a ojos del vulgo popular, un monstruo, un hombre fallido o inacabado, apartado de la condición humana, criado en la catedral, cuyo santuario musical transforma en intimidad, se convierte a través de un cambio total y apocalíptico del interior y del exterior en su genio familiar, en su alma ¿Sabías que su nombre viene del principio del introito? Ese principio se canta el primer domingo después de Pascua, tomado de Epístola I de San Pedro: quasi modo geniti infantes ("como niños recién nacidos").
Alrededor de él orbitan el valiente y hermoso caballero, la cautivadora Esmeralda, musa trágica de esta novela y el antagonista principal vestido de cardenal, este último, un ser despreciable y déspota, pero que me fue imposible resistirme a las garras tentadoras de su prosa concesionaria del corazón, no le perdono, pero que sublime aportación a la historia.
Palabras más palabras menos, la historia de este libro la conocemos de diversas maneras, Victor Hugo nació en 1802 en Besançon, y murió en París en 1885 y fue el máximo exponente del romanticismo literario, 'Notre-Dame de París' se publicó en 1831, el paso de los años no le ha hecho mella alguna, leerla, es una de esas experiencias que hay que tener por lo menos una vez en la vida.