Puse las manos sobre el pecho, zambullí la cabeza y me sumergí, usando las manos para empujar el agua hacia los lados. El agua presionó sobre mis tímpanos y mi corazón. Me impulsé hacia abajo, pero antes de que supiera dónde estaba, el agua me había escupido hacia fuera, al sol, y el mundo brillaba a mi alrededor, como piedras semipreciosas azules y verdes y amarillas.