Los reyes de la casa

Hasta en los dramas más terribles las apariencias cuentan.

Indiscutiblemente guapa, tenía esa belleza seductora y sexual que Mélanie nunca alcanzaría; un poder de atracción que envidiaba más que nada.

. A su alrededor, las familias se formaban y las barrigas engordaban. Tener hijos no entraba en sus planes. Por un lado, no estaba segura de ser una persona madura; por otro, la época actual le parecía verdaderamente hostil. Tenía la sensación de que se estaba produciendo una mutación silenciosa, profunda, solapada, de una violencia sin precedentes –una etapa de más, un funesto umbral franqueado en la línea del tiempo–, sin que nadie fuese capaz de detenerla. Y ante semejante panorama, sin sueños ni utopías, le habría parecido de locos traer al mundo otra vida.

Y la vida seguirá su curso, como hasta entonces. Todo volverá a estar en orden. No tiene por qué preocuparse.
Todo va bien.
Todo va bien.
Todo va bien.

¿Que ha sacrificado su vida privada, su juventud, para que sus hijos sean famosos y felices? ¡Como si hubiera matado a alguien!

Lo que sí sabe es que no quiere volver a oír las palabras proceso, ley, imputar, justicia, que le provocan arcadas.

Kimmy ha comprendido algo: que puede vivir sin sus padres, pero no soporta la idea de haber perdido a su hermano.

Del mismo modo, no sería de extrañar que muchos de los bebés grabados por sus padres en el contexto del famoso cheese challenge acaben exigiendo algún día la retirada de los vídeos. Recuerdo a la audiencia que este reto, que conoció un éxito a nivel internacional, consistía en lanzar una loncha de queso fundido a la cara del bebé y grabar su reacción.

Para ellos se trataba de interpretar un papel, todos los días, en su propia casa.

–Se ha condicionado el deseo del niño desde su más tierna edad y a menudo ha acabado creyendo que respondía a su propia voluntad. Pero en realidad no ha tenido elección.