Brothersong. La canción de los hermanos

Pensé que eso significaba ser hijo: creer en alguien con tanta fuerza que no ves sus fallas hasta el día en que son visibles.

Una vez me dijo que las decisiones difíciles debían tomarse con la cabeza fría. Era la única manera de asegurarse de que fueran las correctas.

–No –ladré–. No, no, no. –Mi padre retrocedió lentamente y me llevé a mi hermano.

–Ey, Joe, mira a los pájaros –dije.

–Ey, Joe, mira ese insecto –dije.

–Ey, Joe, ¿tienes hambre? –dije.

–Ey, Joe, ¿quieres oír un chiste? –dije.

–Ey, Joe, por favor, ¿podrías decir mi nombre? –dije.

Pero Joe nunca habló.

No puedes formar rojo sin naranja. ¿Lo entienden?

–Y pienso en él todo el tiempo –le expliqué–. Cuando estoy triste o enojado, pienso en él y me siento mejor. Eso es lo que hacen los lazos, ¿no? Te hacen feliz. Kelly me hace feliz.

Lo lamento tanto, tus ojos, tus ojos, ¿por qué lucen así? ¿por qué son violeta?

Me tenía miedo.

–¿Crees que sea un niño o una niña? –pregunté y encogió los hombros.

–En realidad, no importa. Pero es el primero. De nosotros.

–Y probablemente será el único a menos que tengan otro. Tenemos la manada más gay del mundo.

Soltó una risita y dobló las manos sobre la mesa.

–Estoy perdiendo el control –susurré.

–Lo sé.

–Te abandoné.

–Lo hiciste –concordó–. Y probablemente estaré enojado por un largo tiempo.

–¿Me gritarás?

Arqueó una ceja.

–¿Quieres que te grite?

–Creo que sí.

–Es un deseo extraño.

–Significa que todavía me quieres –repliqué mientras una lágrima caía por mi mejilla–. Si estás enojado, significa que todavía te importo.

–Ah, bueno, entonces es posible que te grite para siempre.

–Dilo, por favor. Di mi nombre otra vez.

No lo hizo.

–Papá dijo que debemos luchar por el mundo que queremos. Que depende de nosotros hacerlo como queremos que sea. Nunca olvidé eso.

–Estoy intentándolo.

–Sé que es así.

Sonrió en silencio.

–No sé qué estoy haciendo.

–Luchar –dijo Kelly–. Estás luchando. Por mí. Por tu manada. Por él, Gavin.

–Él no me quiere.

–Entonces, ¿por qué sigues?

–No sé qué más hacer –dije–. Tú y Joe, ustedes tienen…

–Compañeros –terminó–. Sí. Pero nunca nos hemos olvidado de ti. Nunca te hubiéramos dejado atrás. Creo que eso es lo extraño del amor. Solo porque yo tengo a Robbie y Joe tiene a Ox no significa que te queremos menos. ¿Cómo podríamos?

–Está bien. No tienes que saber siempre. –Sacudió la cabeza–. A veces, podemos estar tristes sin tener un motivo. Es parte de ser humanos