Ya no me importaba, estaba dispuesto a morir; no podía traicionar a mis compañeros, no debía ni ensuciar ni traicionar la lucha, lucha justa, limpia, hermosa. No podía traicionarme a mí mismo, tenía que luchar hasta donde las fuerzas me alcanzaran. Saqué coraje de flaqueza y me preparé para lo peor.