La caricia del infierno (Los Elementos Oscuros 2)

Para aquellos que nunca dejan de creer,
que nunca dejan de intentarlo y que nunca pierden la esperanza.

Te quiero, Layla. ¿Me oyes? Te he querido desde el primer momento que oí tu voz y voy a seguir queriéndote. Pase lo que pase. Te quiero

Y aquello era muy triste.

Si yo… si yo hubiera significado algo para él, habría acudido a mí antes de aquella noche, porque si hubiera sido al revés, lo primero que habría hecho yo habría sido ir con él.

Quieres que crea que no eres nada más que un demonio, pero tu forma de besarme, lo que me dijiste antes de quedar atrapado en la trampa, demuestran lo contrario.

–Sé que hiciste eso por mí, y nunca podré expresar lo verdaderamente agradecida que estoy por ello, pero no quería perderte. Nunca he querido hacerlo. –Las palabras siguieron derramándose en el peor caso de diarrea verbal conocida por la humanidad, los ángeles o los demonios–. No sé qué es lo que teníamos, pero teníamos algo…, algo que significaba mucho para mí.

¿Por qué hiciste eso y después no viniste a verme? –No dijo nada. Noté un hielo que goteaba por mis venas–. ¿No sabes lo mal que estaba? Me sentía perdida sin…

–No estabas perdida sin mí –me cortó, con la mirada de pronto fija en mí una vez más–. Tenías a Zayne.

–Sí, pero eso no es…

–Lo tenías –insistió, y respiró hondo–. ¿Por qué crees que ocupé su lugar en esa trampa? Para que pudieras tenerlo.

Cuando comencé a apartarme, a dar voz al miedo que crecía como un hierbajo en la boca de mi estómago, sus brazos, por fin, ¡por fin!, me rodearon. Me atrajo con fuerza hacia él, nuestros cuerpos ruborizados y apretados

Mientras me acurrucaba contra su pecho, podía sentir su corazón latiendo con rapidez, y me di cuenta de que tenía los brazos a los costados.

Roth se detuvo a mitad de un paso mientras yo hacía lo que quería hacer desde que había aparecido. Como un cohete en miniatura, me lancé hacia él.

Roth retrocedió un paso, tropezando, mientras mis brazos le rodeaban el cuello. En cuanto mi cuerpo entró en contacto con el suyo, noté una fuerte presión en el pecho. Cerré los ojos de golpe contra la violenta oleada de emociones.