—¿Qué pasa con nuestras citas que siempre terminan en el agua, Michelle?
—Para empezar, esto no es una cita. Es nuestra boda.
—Técnicamente, se podría considerar una cita.
—Y, para terminar, no me llames Michelle o te pido el divorcio.
Para mi sorpresa, su sonrisa se acentuó.
—Ahora ya puedes amenazarme con eso, ¿eh?
—¿Y te alegra?
—Implica que estamos casados, ¿cómo no va a alegrarme, Michelle?