Por desgracia, acuciados por un sinfín de preocupaciones y deseos externos a nosotros mismos, raramente somos capaces de dedicarnos unos momentos para adentrarnos en este fundamental autoconocimiento. Y, aún peor, muchos prefieren no intentarlo por miedo a lo que puedan encontrar. Sin embargo, esta actitud puede acabar conllevando la infelicidad. Según el emperador:
Pero quienes no siguen con atención los movimientos de su propia alma, fuerza es que sean desdichados.