Dorothy Day (1897–1980) crece en Chicago. Trabaja como periodista revolucionaria en publicaciones de la izquierda americana, defendiendo activamente los derechos de la mujer, el amor libre y el aborto. Ella misma aborta su primer hijo por temor a ser abandonada por su amante. Por su defensa de los pobres y de la justicia social es considerada por muchos — entre ellos, por Barack Obama— como una de las grandes reformadoras de la historia americana, que supo «oponerse a las lisonjas ideológicas de su tiempo para elegir la búsqueda de la verdad y abrirse al descubrimiento de la fe (…). Dios la condujo a una adhesión consciente a la Iglesia, a una vida dedicada a los desheredados» (Benedicto XVI, 13 de febrero de 2013).
Su proceso de beatificación, ya iniciado, «podría recordar a muchas mujeres de hoy lo grande que es la misericordia de Dios (…). Ella estuvo al margen de la fe y supo descubrir el camino correcto para vivir en plena coherencia con la exigencia de la fe católica» (Cardenal John O'Connor). Este es su relato.