El funeral de Lolita

Para ella, sin embargo, eran malas metáforas. Si tuviera una cuerda en la tripa, al menos podría tirar de ella para escapar a algún lugar lejano, o quizá para deslizarse hacia dentro de sí misma, y quedarse ahí escondida, a oscuras, calentita entre las vísceras.

—Lo quiero muy corto. Muy francés.

Por eso ella había dejado de leer. Prefería el arte de comer, tan intenso y etéreo como la vida humana.

Quien lo quiera, que me quiera a mí también.

La insoportable levedad del ser. Me lo he leído de un tirón esta mañana en el tren a Madrid. Me ha hecho pensar en el tipo de persona en el que quiero convertirme. De mayor quiero tener esas vidas tan emocionantes que tienen sus personajes. Todas. Muchas. Mías.

¿Uno se puede enamorar de una persona por cómo huelen sus libros? Creo que sí. Aunque a él ya no pueda amarle, todas las noches huelo Lolita.

Escribir es complicado cuando solo quieres decir lo que tienes que esconder.

Algunos poemas cuentan mi vida mejor de lo que yo la escribo aquí.

Miércoles: leer no sirve para nada si no puedo hablar contigo de lo que leo.

¿Amo porque leo o amo porque simplemente amo?