Poesía completa de Alberto Caeiro

Soy un guardador de rebaños,

el rebaño son mis pensamientos,

y mis pensamientos son todos sensaciones.

Pienso con los ojos y con los oídos,

con las manos y con los pies,

con la nariz, con la boca.

Pensar una flor es verla y olerla

y comer una fruta es encontrar su sentido.

Por eso, cuando en un día de calor

me siento triste de tanto haber disfrutado

y me tiendo a mis anchas en la hierba,

y cierro los ojos calientes,

siento todo mi cuerpo tendido sobre la realidad,

conozco la verdad y soy feliz.

Pensar en Dios es desobedecer a Dios,
ya que Dios ha querido que no lo conociéramos
y por tanto no se nos ha mostrado...

No creo en Dios, puesto que no lo he visto
y si él quisiera de verdad que yo creyese en él,
seguro que vendría a hablar conmigo
y entraría por mi puerta
para decirme: ¡Aquí estoy!

mi vida entera es una oración y una misa,
y es una comunión de ojos y de oídos.

Pero mi tristeza es sosiego

por ser natural y justa

y es lo que debe andar en el alma

cuando ya piensa que existe

y las manos cogen flores sin darse cuenta.

Quien tiene flores no precisa de Dios

LAST POEM

(Dictado por el poeta el día de su muerte)
ES TAL VEZ EL ÚLTIMO DÍA DE MI VIDA.
He saludado al sol, levantando la mano derecha,
pero no lo saludé diciéndole adiós,
sino que le he hecho el gesto de que me había gustado verlo aún: eso es todo

LA NIEVE PUSO UN MANTEL CALLADO EN TODO.
No se siente sino lo que pasa dentro de la casa.
Me arrebujo en una colcha y ni siquiera pienso en pensar.
Siento un placer animal y vagamente pienso,
y me quedo dormido con menos utilidad que todas las cosas que ocurren en el mundo

NO BASTA CON ABRIR LA VENTANA
para ver los campos y el río.
No basta con no ser ciego
para ver los árboles y las flores.
Es preciso también no tener la menor filosofía,
pues con filosofía no hay árboles: sólo ideas.
Hay sólo cada uno de nosotros como una bodega.
Hay sólo una ventana cerrada y todo el mundo ahí afuera
y un sueño de lo que podría verse con sólo abrirse la ventana,
que nunca es lo que se ve cuando se abre la ventana

PONGAN EN MI SEPULTURA
Aquí yace, sin cruz,
Alberto Caeiro
que se fue a buscar los dioses...
Si viven los dioses o no, es cosa vuestra.
A mí dejen que me reciban