libertad auténtica es cuando la mente se desprende de lo inútil y de los miedos; cuando decide rechazar todos los apegos y los supuestos privilegios (estatus, poder, fama) que alimentan el ego hasta convertirlo en algo insufrible. Placeres del tener que nos atan o nos hacen caminar en círculos; malos placeres, diría Epicúreo. El buen placer, el que surge y se reafirma en el ser (Eckhart), es un júbilo consciente, que se elige y se conoce, que no nos toma por sorpresa. No es el instinto salvaje fuera de control sino una alegría auténtica, bella e inteligente.