En ¡oh mitocondria! todo el lenguaje que artificia Rita Gonzalez Hesaynes proviene del lenguaje perdido de un todo primigenio. Ahí están las galaxias, los universos, los astros centellantes, “los parques del cosmos”, “los estadios helados del espacio”, y también los átomos, las células, el protozoo, la mitocondria.
Se puede incurrir, es cierto, en el riesgo de pensar en un tratado de vida microscópica al leer el título de este bello libro de poesía. No es así si lo pensáramos desde esa perspectiva unívoca. Es así desde la visión englobante de una totalidad donde el ser humano es, con las demás cosas, una ínfima situación.