o había sido una niña alegre, decía mi madre. Siempre estabas contenta. Ya no. Si por lo menos pudieras decirme por qué… No puedo decir nada. Solo sé que no estoy ni contenta ni triste. ¿Acaso creía que le llegarían mis pensamientos? Ella necesitaba que la tranquilizaran, igual que los demás. Siempre andaba a vueltas con su preocupación. ¿No es suficiente ya? ¿Hasta cuándo va a durar esto?
Hasta que me muera, podría haberle respondido. Podría habérselo contado todo.