Adam Douglas y Dorothy Walton estuvieron casados tan sólo nueve meses: tiempo suficiente para vivir su amor juvenil, traer al mundo un hijo y divorciarse. Ahora, cinco años después, Dorothy ha obtenido una plaza de médico en la ciudad de Douglas y el reencuentro se hace inevitable. El niño no conoce todavía a su padre ni tampoco a sus abuelos y son éstos quienes se animan a dar el primer paso. Adam, duro y orgulloso, siempre muy ocupado, mantiene las distancias y no oculta el desagrado que le causa la reaparición de Dorothy. Ella, en cambio, pese al divorcio y la incompatibilidad de caracteres, no supo olvidarle al otro día como hizo él.