Scruton lleva a cabo una defensa radical de la singularidad humana. Frente a pensadores utilitaristas y materialistas como Richard Dawkins y Daniel Dennett, defiende que el ser humano no puede entenderse solo como un objeto biológico.
No somos solo animales humanos, somos personas que se relacionan con otras personas, sujetos de derechos y deberes. Nuestro mundo es un mundo compartido, libre, y para comprenderlo necesitamos dirigirnos a otros seres libres, cara a cara, y también a nosotros mismos.
Para desarrollar esa defensa del ser humano, Scruton acude a la historia del pensamiento, a Platón y Averroes, Darwin y Wittgenstein, al fundamento del sentido moral, a la estética y al sentido religioso.