—Lo que la hace perfecta somos tú y yo. Podría acostarme contigo diez veces esta noche y desearte de la misma manera mañana.
—No es lo que me han aconsejado todas las mujeres de mi vida.
—Como el único hombre de tu vida, discrepo rotundamente —dice, pero está de buen humor, por lo que lo deja pasar.
—No me digas.
Cuando se ríe, parece un niño. Se le corta la risa. En sus ojos arde algo más allá de la lujuria, algo parecido a la necesidad.