Debo dejarte: “A los catorce años empezó a verse con Arthur, que tenía veintitrés. Todo empezó así, como de broma, como por casualidad, pero luego, a medida que el tiempo fue transcurriendo, aquello fue una necesidad de ambos.
A la sazón tenía diecisiete años y sabía de besos, de caricias, de amores entrañables.
No concebía, pues, que Arthur se fuese así… ¡Así, sin más! Dejando atrás todo el recuerdo, todo aquel amor, aquella ternura vivida.”