El Amor En Los Tiempos Del Cólera

Ya me sobrará tiempo para descansar cuando me muera pero esta eventualidad no está todavía en mis proyectos

Decía que quienes los amaban en exceso eran capaces de las peores crueldades con los seres humanos

Él era un hombre de buenos ímpetus, y además bien entrenado, y ella no estaba hecha para dejarse tomar ventaja de nadie, de modo que tuvieron que conformarse con el poder compartido en la cama.

la memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y que gracias a ese artificio logramos sobrellevar el pasado.

y la miró por última vez para siempre jamás con los ojos más luminosos, más tristes y más agradecidos que ella no le vio nunca en medio siglo de vida en común, y alcanzó a decirle con el último aliento:
-Sólo Dios sabe cuánto te quise.

-¿Y hasta cuándo cree usted que podemos seguir en este ¡r y venir del carajo? -le preguntó.
Florentino Ariza tenía la respuesta preparada desde hacía cincuenta y tres años, siete meses y once días con sus noches.
-Toda la vida --dijo.
FIN

Pero en la soledad del palacio aprendió a conocerlo, se conocieron, y descubrió con un grande alborozo que los hijos no se quieren por ser hijos sino por la amistad de la crianza

hizo trizas sus virtuosismos teóricos, y le enseñó lo único que tenía que aprender para el amor: que a la vida no la enseña nadie.

que un hombre sabe cuando empieza a envejecer porque empieza a parecerse a su padre.

la vida, más que la muerte, la que no tiene límites.