La condición humana es la materia prima de la que se ocupa el abogado. Podría afirmarse que el escritor y el jurista comparten igual componente de trabajo. De ahí que no pueda catalogarse el Derecho como ciencia, pues ésta se fundamenta en fórmulas estrictas, mientras que el arte se ocupa del sentimiento, que provoca comportamientos disímiles. No es suficiente con el profesional del Derecho sepa de códigos y normas; debe investigar también los sentimientos que mueven el obrar de las personas para analizar el porqué de determinada conducta, pues cada ser humano vive su propio drama. La misión del abogado es comprender las fatalidades relevantes en el ámbito jurídico. Sin pretender escandalizar, debería tenerse el Derecho como género literario autónomo.