Una vez determinado el lugar tenía que introducir al pájaro, y la decisión de hacerlo entrar por la ventana era casi inevitable. La idea de que el enamorado imaginara en un primer momento, que el aleteo del ave contra el postigo de la ventana era una “llamada” suave a su puerta, se originó en el deseo de aumentar –por dilación– la curiosidad del lector, y en la búsqueda del efecto causado cuando el enamorado abre su puerta de par en par y sólo encuentra oscuridad, imaginando que es el espíritu de su amada el que llama.
Hice que la noche fuera tempestuosa, primero, para justificar que el cuervo