«cuando las fuentes de energía termonuclear se han agotado, una estrella lo suficientemente pesada colapsará, y a menos que reduzca su masa por fisión, radiación, o la expulsión de masa, esta contracción continuará de forma indefinida», formando el agujero negro que Schwarzschild había profetizado, capaz de arrugar el espacio como un trozo de papel y extinguir el tiempo como si fuera la luz de una vela, sin que ninguna fuerza física ni ley natural pueda evitarlo.