Una vez amé las historias y ahora las odio.
Odio las historias sobre Dios, y Jesús, y la Virgen María y toda esa gente, y sobre cómo se supone que cuidan de nosotros.
Odio las historias sobre un bonito campo donde hay mucha comida y trabajo fácil.
Odio las historias sobre padres que dicen que volverán a por sus hijos y nunca lo hacen.