A los paseantes de Musashino no les preocupa perderse. Siguiendo todo recto, por cualquier vía, siempre surgirá alguna sorpresa que ver, escuchar o sentir. Lo maravilloso es caminar por sus decenas de caminos sin rumbo, al encuentro de algo nuevo, bien sea en la primavera, el verano, el otoño o el invierno; por la mañana, por la tarde o por la noche; así como también, bajo la luna, la nieve, el viento, la niebla, la helada, la lluvia o la llovizna. Tan solo caminar por caminar, tanto por la izquierda como por la derecha, por todos lados hay cosas para el deleite. Creo sinceramente que esta es la verdadera impronta de Musashino