«Soles filamento» es el desastre del canto: lo no-enunciable y, por eso mismo, no-anunciable de su más allá. No-nunciable, pues, en el sentido de que el poema no declara nada, no dice nada más que la desideración del propio decir, no emite o envía (nuntiare) sino el deseo destellante que hace brillar en sus palabras