na educación basada en un sistema de exámenes que exigen la repetición de unos contenidos determinados dificulta, si no imposibilita, el desarrollo de procesos reales y significativos de aprendizaje; en su lugar, se produce un simulacro de aprendizaje. Andrea, al no poseer capacidad de memorización, o no tener interés en desarrollarla, aprendió pronto a copiar, hacer chuletas, chivar y trampear. David, con buena capacidad memorística y disposición para darse atracones, se convirtió en un estudiante modelo. Dos reacciones habituales entre el alumnado.
Pero esta pedagogía tóxica y educación bulímica no pertenecen únicamente a nuestros años de colegio e instituto, no son cosa del pasado, sino que siguen vigentes en la actualidad. Aunque los métodos de evaluación han ido evolucionando, poniendo énfasis en la valoración del trabajo continuado, el uso del modelo de examen basado en la memorización solo ha experimentado tímidos cambios.