Souvankham Thammavongsa

Me pregunté si, en la vida, cada uno tiene un único papel importante, algún mensaje que hay que darle a alguien y, una vez que lo entregas, es hora de partir. Pensé en lo que había dicho Daniel sobre los huracanes. Estaba equivocado conmigo. No éramos iguales. Yo no esperé. No soy la clase de persona que mira cómo ocurren las cosas desde lejos

amor no existe. Es una construcció

puede hacer eso con los chistes, esconder lo que sientes y decir la verdad al mismo tiempo, y nadie te va a preguntar cuál de las dos cosas es cierta.

que no tengo ni la más mínima chance, pero es algo que me hace seguir adelante. Me sirve para seguir pasando las horas, los días. No vengas a recordarme qué clase de cosas tiene que soñar alguien como yo. Para mí ya es importante el solo hecho de soñar con algo.

Después de un momento, ella volvió a su cigarrillo. Cada pitada generaba una nubecita gris que se disipaba como los sueños que ella le estaba pidiendo que achicara.

Lo volví a decir en voz alta y, aunque desapareció, supe que lo que había dicho se había vuelto un sonido en el mundo

Cuando vives sola, puede pasar un tiempo hasta que alguien se dé cuenta de que estás muerta. Lo primero que se pudre son las entrañas. Eso es lo que huele la gente cuando huele un cadáver. Las entrañas.

Desde que la conocía, siempre me había encantado verla reír, ver su cara llenarse de miles de líneas alrededor de los ojos, la frente, los hoyuelos. Cuando no se estaba riendo, a veces me dejaba tocarle la cara y estrujarle la piel para encontrar los lugares donde había estado su risa

El Sol estaba enorme y brillante.

–Parece que estuviera cerca, ¿no? –le dije–. Es como si estuviera en un lugar adonde pudiéramos llegar caminando y agarrarnos un pedazo.

Ella se inclinó hacia adelante y arañó el aire.