Casi treinta años después, en contraste con el telón de fondo del bloqueo continuo, la crisis de deuda del tercer mundo y la disolución de la Unión Soviética, Cuba se vio embarcada en un amplio programa de reformas, aunque sin flaquear en su compromiso con la educación, la sanidad y el bienestar colectivo. El tercer congreso del Partido Comunista de Cuba de 1986 aprobó un nuevo sistema de gestión económica y planificación que incorporaba una reforma salarial, la integración de un sistema de mercado en la agricultura, la liberalización de los sectores de producción y la venta de las empresas públicas. Estas reformas transmitían un trasfondo de emergencia debido al declive de la productividad en Cuba y el desafío de diversificar las exportaciones tras una cosecha de azúcar decepcionante en 1970. La caída de la Unión Soviética en 1991 llevó a Cuba a un «Periodo Especial» que, a pesar de la creencia popular de que terminó en la década de los años dos mil, aún persiste. Lo peor del Periodo Especial se palió después del inicio de la Revolución bolivariana de Venezuela en 1999, aunque la guerra híbrida contra Venezuela llevada a cabo por Estados Unidos ha entorpecido su capacidad para proporcionar apoyo material suficiente y solidaridad a la población cubana.