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Connie Zweig

  • Rafael Adrian Aguila Palacioshas quoted2 years ago
    Un buen día, sin embargo, escuchamos a nuestros padres decir cosas tales como: «¿Puedes estarte quieto de una vez?» o «¡Deja de fastidiar a tu hermano!» y descubrimos atónitos que les molestan ciertos aspectos de nuestra personalidad. Entonces, para seguir siendo merecedores de su amor comenzamos a arrojar todas aquellas facetas de nuestra personalidad que les desagradan en un saco invisible que todos llevamos con nosotros. Cuando comenzamos a ir a la escuela ese fardo ya es considerablemente grande. Entonces llegan los maestros y nos dicen: «Los niños buenos no se enfadan por esas pequeñeces» de modo que amordazamos también nuestra ira y la echamos en el saco.
  • Rafael Adrian Aguila Palacioshas quoted2 years ago
    Resulta desalentador percatarse de la extraordinaria cantidad de cosas que van echando en su saco pero ni su madre ni yo podemos hacer nada para evitarlo.
  • Rafael Adrian Aguila Palacioshas quoted2 years ago
    Somos una esfera de energía que va menguando con el correr del tiempo y al llegar los veinte años no queda de ella más que una magra rebanada.
  • Rafael Adrian Aguila Palacioshas quoted2 years ago
    Cada cultura llena su saco con contenidos diferentes. El cristianismo, por ejemplo, suele despojarse de la sexualidad pero con ello también termina arrojando necesariamente al saco la espontaneidad. Marie-Louise von Franz nos advierte del peligro que implica la creencia romántica de que el bulto que arrastran los individuos de culturas primitivas es más ligero que el nuestro. Pero en su opinión esta conclusión es errónea porque los sacos de todos los seres humanos tienen aproximadamente las mismas dimensiones.
  • Rafael Adrian Aguila Palacioshas quoted2 years ago
    Al parecer, pasamos los primeros veinte años de nuestra vida decidiendo qué partes de nosotros mismos debemos meter en el saco y el resto lo ocupamos tratando de vaciarlo. En ocasiones, sin embargo, este intento parece infructuoso porque el saco parece que estuviera cerrado herméticamente.
  • Rafael Adrian Aguila Palacioshas quoted2 years ago
    En una cultura que se guía por modelos ideales como la nuestra, el lado amable de nuestra personalidad tiende a hacerse cada vez más amable y a anular otros aspectos.
  • Rafael Adrian Aguila Palacioshas quoted2 years ago
    Todo lo que echamos en esa bolsa regresa e involuciona hacia estadios previos del desarrollo. Supongamos que un joven cierra el saco a los veinte años de edad y no vuelve a abrirlo hasta quince o veinte años más tarde. ¿Qué es lo que ocurrirá entonces cuando abra nuevamente el saco? Lamentablemente, la sexualidad, la violencia, la agresividad, la ira o la libertad que había arrojado al saco habrán sufrido un proceso de regresión y cuando aparezcan de nuevo no sólo asumirán un aspecto rudimentario sino que también mostrarán una manifiesta hostilidad. Es normal que quien abra el saco a los cuarenta y cinco años de edad se atemorice como lo haría quien vislumbrara la amenazadora sombra de un gorila recortándose contra el muro de un oscuro callejón.
  • Rafael Adrian Aguila Palacioshas quoted2 years ago
    La mayor parte de los hombres de nuestra cultura echan en el saco las facetas femeninas de su personalidad. No resulta extraño, pues, que cuando a los treinta y cinco o cuarenta años de edad intentan reestablecer el contacto con su mujer interior descubran que ésta se ha tornado hostil. A su vez, ese mismo hombre percibirá una gran hostilidad procedente de las mujeres con quienes tropiece en su vida cotidiana. En el dominio de lo psicológico existe una regla fundamental: como adentro es afuera.
  • Rafael Adrian Aguila Palacioshas quoted2 years ago
    Si una mujer, por ejemplo, desea ser valorada por su feminidad y arroja al saco los aspectos masculinos de su personalidad es muy posible que con el transcurrir de los años descubra una fuerte aversión hacia los hombres y que sus críticas hacia ellos se tornen ásperas e inflexibles. Así, aunque conviva con un hombre hostil que le proporcione una cierta justificación para expresar su hostilidad, una válvula de escape para aliviar su presión, se encontrará no obstante en apuros porque eso no la ayudará a resolver el problema de su propio saco. Mientras esa situación perdure se hallará atrapada en un doble rechazo que origina mucho sufrimiento y se manifiesta tanto en el rechazo hacia sus propios aspectos masculinos como en el rechazo hacia los hombres que encuentre en el exterior.
  • Rafael Adrian Aguila Palacioshas quoted2 years ago
    Así pues, cuando nos negamos a aceptar una parte de nuestra personalidad ésta termina tornándose hostil.
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