Le acarició el abdomen con los dedos y empezó a contar entre dientes:
—… Cinco, seis, siete, ocho. —Llegó a la cinturilla de los vaqueros con los dedos y los músculos de Michael se tensaron cuando tomó una bocanada de aire.
—¿No podías tener una tableta normal? ¿Tenía que ser extra?