Me he convertido en una observadora metódica y aplicada. Descuido mis tareas de maestra —improviso, desbarro—, apenas me ocupo de la casa —el polvo se acumula sobre los libros, los cristales están sucios y el suelo pegajoso, todavía hay cajas de mudanza que no he desembalado—, pero dedico todo el tiempo del mundo a registrar los movimientos del Ujier y de Perrita Country, cualquier cambio, cualquier avance, el modo en que ambos van ganando terreno, con suavidad, paulatinamente.