De ninguna manera estoy insinuando que los tecnicismos —sonorización, ensordecimiento, palatalización, asibilación, rehilamiento y tantos otros— sean inútiles: lo que digo es que mi libro, a pesar de ser yo vagamente “profesor” de lengua española, no está dirigido a los profesionales. No sólo no tengo datos científicos nuevos que enseñarles a ellos, sino que he evitado lo más posible el lenguaje técnico que ellos emplean. Escribo para la gente. El lector que ha estado en mi imaginación es el “lector general”, el no especializado.