William Butler Yeats

Bastante mal hay ya en el chillar del viento.

Se dude de lo que se dude, de lo que nunca se duda es de los duendes, pues, como decía el hombre del indio mohawk en el brazo, «son lógicos».

anciano caballero muerto roba las coles de su propio huerto bajo la apariencia de un conejo de gran tamaño.

que eran como recuerdos de ti; pero digámonos

la verdad, pues el mundo es como siempre ha sido

y así aprender que es preferible

cambiar de amor mientras se baila

y no dar más que un beso por un beso

que ya no más cegado por el destino del hombre

encuentre bajo las ramas del amor como del odio,

en todas las necias cosas que viven un solo día,

la belleza sempiterna vagando por su camino.

no escuchar sino las cosas extrañas que dijo Dios

al corazón luminoso de los que han muerto hace tiempo,

y salmodiar una lengua que los hombres desconocen

¿Quién irá desde ahora en el carro de Fergus

a rasgar la penumbra del recóndito bosque

y bailar en la orilla de las aguas en calma?

pues que Fergus gobierna las livianas carretas

y gobierna las sombras de los bosques,

y el blanco pecho del sombrío mar

y todas las errantes estrellas despeinadas

y solo he de vivir en el claro vibrante.

Y algo de paz encontraré, pues la paz llega lentamente,

gotea entre los velos de la aurora y el lugar donde canta la cigarra