«cualquier cosa menos un camino benigno y voluntario hacia la civilización». De hecho, grandes porciones de estas civilizaciones tempranas no estaban basadas en la participación, sino en la propiedad; eran «tomadas en masa como premios de guerra y devueltas al núcleo o compradas, al por menor, por así decirlo, a las expediciones de esclavos, que vendían al Estado aquello que más necesitaba». Lo que «más necesitaban» los Estados incipientes era mano de obra barata para que las ruedas de la civilización no dejaran de girar: trabajadores para sembrar y cosechar, soldados para conquistar y mantener nuevos territorios, es