Todos habían comprendido algo mal. Hilda había cambiado su carrito por otro más interesante con las compras de alguna familia, desde cosas básicas hasta potitos infantiles, que estaba sacando del carrito cuando llegué. Hele, por su parte, se había deslizado a la trastienda, se había hecho con las llaves del personal y con las tablillas de los turnos. Kalle estaba fascinado con las cámaras de vigilancia y se había olvidado completamente de comprar