Amelia Drake

La impulsividad arrastra a las almas jóvenes a las llamas de la perdición

Responder de modo que lo que los demás esperaban de ella se convirtiera realmente en su sueño.

—Ahí abajo están todos de los nervios.

—¿Y tú no?

—Yo siempre estoy de los nervios. Y no dejo de pensar ni un solo momento.

aprendería que despedirse de alguien era como tener que bañarse en agua helada: la única manera de que no te diera miedo el frío era lanzarse de golpe.

Y permanecen colgados de las Cuerdas de la Deshonra. Es verdad. Pero un Ladrón, en su interior, aunque quede prisionero de las Cuerdas, aunque lo sometan al escarnio público, siempre es libre. Ama tanto las leyes que crea las suyas propias. Y solo tiene una frontera: la de su valor, su inteligencia y su pericia.

No todos los Ladrones operan en la oscuridad.

Pero ¿cuál era su forma de ser, en realidad? ¿Alguna vez se había parado a pensarlo?

¿Me lo prometes con el meñique? —La niña, en la oscuridad, sacó una mano de debajo de las mantas y estiró el meñique, el gesto del juramento supremo de los niños.

Un lobo que sonreía a un zorro.

Durante doce años, desde que Miss Kindheart la había encontrado frente a la puerta en una caja de galletas, su vida siempre había transcurrido entre las paredes de la Institución para Niños Especiales Edgar G.