Como toda respuesta, ella se quedó pensativa un momento y después le dijo a su marido: «Uno jamás sueña que muere, porque si uno muere en los sueños, tu cuerpo diurno se paraliza; si uno ve sucumbir su existencia en el mundo de los que duermen, un paro cardíaco te iguala y te mueres y te vas derechito al [...] infierno. ¿Me escuchas? Los que han muerto de un síncope mientras dormían es porque primero murieron en sus sueños».