La controversia alrededor de la figura de Tablada tiene su origen en su comportamiento político. Fue partidario del presidente Porfirio Díaz, cuya dictadura se extendió de 1884 a 1911, y llegó a ser llamado para leer, en ceremonias oficiales, poemas celebratorios, de civismo patriótico, como “Canto a los héroes” y “A Hidalgo”. El pequeño libro de siete poemas La epopeya nacional (1909) es un canto a las hazañas del general Díaz. Tablada creyó firmemente en la paz porfiriana —pues bajo ella alcanzó una situación social y económica boyante, además de un prestigio literario— y se opuso firmemente a los cambios que traía la presidencia de Francisco I. Madero. Por ello, en 1909 atacó denodadamente al Partido Antirreeleccionista, con sus artículos Tiros al blanco —publicados en El Imparcial y reunidos en el libro homónimo ese mismo año— y ridiculizó a Madero y a sus partidarios en Madero-Chantecler. Tragicomedia zoológico-política de rigurosa actualidad en tres actos y en verso (1910). Cuando el desequilibrio político propició el golpe de estado de Victoriano Huerta, Tablada observó atónito y amedrentado los hechos sangrientos de la Decena Trágica. Sin embargo, colaboró con el régimen espurio de Huerta —llegó a escribir La defensa social. Historia de la campaña de la División del Norte (1913) para halagarlo—, razón por la cual tuvo que salir del país a su caída, en 1914, rumbo a Estados Unidos. Tablada logró el perdón de Venustiano Carranza en 1918 y a partir de entonces volvió a colaborar con los gobiernos en turno, siendo mucho más cuidadoso al exteriorizar sus opiniones sobre personajes de la política.