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John Owen

  • Jonathan Chamorrohas quoted2 years ago
    El pecado siempre aspira a lo peor. Cada vez que el pecado se levanta para tentarnos o seducirnos, nos conduciría al peor pecado posible de esa clase, si no fuera refrenado. Por ejemplo, si pudiera, cada pensamiento sucio o mirada lasciva terminaría en el adulterio
  • Jonathan Chamorrohas quoted2 years ago
    Si el pecado tiene éxito en sus primeros avances, entonces repetirá su ataque inicial hasta que el corazón se torne menos sensible al pecado, y esté preparado para hundirse más en él
  • Jonathan Chamorrohas quoted2 years ago
    La única cosa que puede impedir que el pecado siga progresando es la continua mortificación de él. Aún los creyentes más santos en el mundo caerán en los peores pecados si abandonan este deber
  • Jonathan Chamorrohas quoted2 years ago
    Si no usamos el poder del Espíritu y la naturaleza nueva para mortificar el pecado cada día, entonces descuidamos el remedio perfecto que Dios nos ha dado contra este gran enemigo
  • Jonathan Chamorrohas quoted2 years ago
    El ejercitarnos en la gracia y la victoria que tal ejercicio trae, son las dos maneras principales para fortalecer la gracia en el corazón.
  • Jonathan Chamorrohas quoted2 years ago
    El pecado se opone con toda su fuerza contra cada acto de santidad y contra cada grado de gracia que alcanzamos.
  • Jonathan Chamorrohas quoted2 years ago
    La causa principal de la falta de mortificación del pecado es que el pecado sigue adelante sin que la persona se percate de ello. Alguien que sostiene la idea de que la gracia y la misericordia divinas le permiten pasar por alto sus pecados cotidianos, está muy cerca de convertir la gracia de Dios en un pretexto para pecar, y de ser endurecido por el engaño del pecado
  • Jonathan Chamorrohas quoted2 years ago
    la apostasía y el infierno. La sangre de Cristo es para purificarnos (1 Jn.1:7; Tit.2:14), no para consolarnos en una vida de pecado.
  • José Luis Silva Estradahas quotedlast year
    Es decir, la naturaleza pecaminosa y los frutos del Espíritu se oponen entre sí, de tal modo que los dos no pueden florecer al mismo tiempo en la misma persona. Esta renovación del Espíritu Santo (vea Tito 3:5) es un medio principal para la mortificación del pecado. El Espíritu causa que prosperemos y abundemos en las gracias que son contrarias y destructivas para las obras de la carne y los remanentes mismos del pecado.
  • José Luis Silva Estradahas quoted9 months ago
    Los creyentes verdaderos, quienes definitivamente son libres del poder condenatorio del pecado (y de su esclavitud), no obstante, deben ocuparse a lo largo de sus vidas con la mortificación del poder del pecado que todavía permanece en ellos.
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