No vas a ninguna parte por accidente.
Donde vayas, Dios te está enviando.
Donde estés, Dios te ha puesto allí.
Él tiene un propósito para que estés en ese lugar.
Cristo, que habita en ti, tiene algo que quiere que hagas mientras estés allí.
Cree en esto y ve en su gracia, su amor y su poder[3].