Andrea Abreu

Yo soñaba con curarle la tristeza a Isora, quería ser su perro y ella mi santa con heridas en las rodillas.

Déjense envenenar, misniños.

y aprendías a nadar por necesidad, que es como mejor se aprende a hacer las cosas

Juanita Banana nos contó una vez que el hermano le dijo que en el bar de Antonio los hombres se metían droga y yo la verdad no me hacía una idea muy clara de qué era la droga ni para qué servía, pero cuando Isora y Juanita lo comentaban yo decía sí, muchacho, es verdad, hay droga por todos lados.

yo me puse a pensar que no era capaz de decirle que no me gustaba algo y que si ella me lo pedía, yo lo hacía y punto, sin decir nadita, como si yo fuera un ken y ella una barbi que da patadas.

Isora se inventaba las reglas de todos los juegos, hasta los de la guenboi.

Me encantaba la capacidad de Isora para decir que no a la gente. Ella no tenía miedo de que la dejasen de querer.

Yo soñaba con curarle la tristeza a Isora, quería ser su perro y ella mi santa con heridas en las rodillas.

me preguntaba cómo ella sabía tantas cosas que yo no sabía y entonces me ponía triste porque pensaba que yo no tenía tristeza propia, que mi tristeza era la de ella pero dentro de mi cuerpo, una tristeza como de imitación, dos tristezas duplicadas, la marca falsa de una tristeza, esa era yo, porque yo no tenía razones por las que estar triste pero me las inventaba.

me gustaba lo que veía pero no entendía lo que estaba haciendo