Mi cerebro estaba lleno de pensamientos que se sucedían veloces unos a otros. Ya mis lectores saben, sin duda, lo que es una pesadilla, en la que se tiene la seguridad de que existe algo importantísimo que se está buscando, que está allí mismo, pero que nunca se logra alcanzar. Así me sentía en aquel atardecer solitario en el lugar de la muerte.