Las cadenas del rey

No sin antes obtener una respuesta. Emily —busca mi mirada y juro que puedo ver la esperanza en sus ojos—, dijiste que querías una oportunidad de ser libre, de vivir sin temor a que te traigan de vuelta. Nadie lo hará si estás conmigo. Te protegeré cada día de mi vida y a cada segundo. Prometo darte el lugar que te mereces, el valor que tienes.

Emily Ann Malhore Lanreb —recita con la mirada más brillante que le he visto hasta ahora—, cásate conmigo y conviértete en mi reina.

—Concédeme el honor de ser tu esposo.

El mundo es lo que queremos que sea y más para un Lacrontte.

No soporto ver su fingida preocupación, su arrepentimiento que ya de nada me sirve y que ya no quiero.

Ya te pedí perdón. ¿Quieres que lo vuelva a hacer? Perdóname, Emily, estoy completamente arrepentido. Me devasta pensar que ya no te veré más. Quiero una oportunidad, prometo no arruinarla.

Quiere que me vaya, que no la busque más, que me dé por vencido. No le gusto para Emily. Lástima, porque no me importa.

Esa mujer ilumina cada rincón dentro de mí. Y me hizo acostumbrarme tanto a esa luminosidad que ya no soporto mis tinieblas.

Qué mentira más grande es creer que puedo olvidarla.

—Ya no puedo dejarte ir. Te cruzaste en mi camino, me cambiaste el rumbo y la vida. Te necesito conmigo. No soporto estar lejos de ti.