Vence la adversidad

Tenemos que «estar quietos» y no perder la cabeza en medio de las pruebas. Debemos ejercer el dominio propio, asumiendo el control de nuestros pensamientos y nuestras emociones. El resultado de esta actitud será la paz que tanto necesitamos en la adversidad.

Y se reunieron los de Judá para pedir socorro a Jehová; y también de todas las ciudades de Judá vinieron a pedir ayuda a Jehová.

Así lo enseñaba el rey Salomón, que afirmó: «La senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto» (Proverbios 4:18).

En cualquier calamidad por la que atravieses, pronúnciate contra ella, declara el favor de Dios, porque lo que dices tiene extremo poder.

«No nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio» (2 Timoteo 1:7).

No me voy a rendir. No voy a permitir que esta situación se convierta en mi final. Seguiré luchando».

«Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! […] Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias» (Filipenses 4:4,6)

En los momentos de dificultades necesitamos tener a Dios como nuestro aliado, y la actitud de nuestro corazón determinará si lo es o no.

Un hombre informado es un hombre preparado. Y un hombre preparado se convierte en un guerrero poderoso en medio de los conflictos.

En Judas 1:22 dice: «A algunos que dudan, convencedlos». La palabra convencer tiene que ver con alcanzar una seguridad que no admite incertidumbre. En Romanos 4:20 la Biblia también nos habla de Abraham, el padre de la fe, quien «tampoco dudó […] sino que se fortaleció en fe».