En el caso de Weber habría descartado las formas extremas, como la manía delirante, la melancolía paranoica o el estupor maníaco, y habría hablado, me atrevo a suponer, de un estado depresivo que denominó melancholia simplex, acompañado de caídas ocasionales en algunos estados mixtos más graves. La melancolía simple es definida por Kräpelin como una inhibición psíquica sin alucinaciones ni delusiones muy marcadas:
Pensar es difícil para el paciente, siente un desorden que él describe con muy variadas frases. No puede reunir sus pensamientos ni coordinarse;
sus pensamientos están como paralizados, están inmóviles. Siente su cabeza pesada, se siente muy estúpido y confuso, como si tuviera una tabla enfrente. Ya no es capaz de percibir o seguir el hilo de los pensamientos de un libro o de una conversación, se siente fatigado, enervado, distraído, vacío interiormente; carece de memoria, ha perdido el control de los conocimientos antes familiares, tiene que detenerse mucho tiempo ante cosas simples, calcula mal, hace afirmaciones contradictorias, no encuentra las palabras, no puede construir correctamente oraciones. Al mismo tiempo, se escuchan quejas de que el paciente debe meditar demasiado, que le llegan constantemente pensamientos frescos, que tiene demasiadas cosas en la cabeza, que no encuentra descanso, que está confuso.84