voz del agua llenaba sus sueños, poblándolos de imáge nes azules, de manchas de plata, de espejos líquidos que reflejaban un sol lejano, rojo como una brasa circular. Sentía la fuerza moverse por su cuerpo, como cuando bebía agua y ésta bajaba por su garganta refrescándola por dentro. Así era la magia: un frescor en la sangre que una plegaria llevaba a sus manos, a sus ojos, a su lengua, aunque ella no supiera qué nombre darle a eso que la completaba y la acercaba al mundo.