TODO LO QUE SEA VANGUARDIA, desde hace cien años, va reduciendo poco a poco, o aceleradamente, la dimensión temporal de la obra hacia lo instantáneo, al instante. Por eso las vanguardias están más cómodas, y han prosperado más, en las artes plásticas. En las disciplinas donde hay tiempo, como la literatura, la música, el cine, las vanguardias no han tenido más remedio que apelar a una dudosa vindicación del aburrimiento. Típico de la crítica a un libro con procedimientos vanguardistas: «Una vez que vi cómo funcionaba, ¿para qué seguir?».
El tiempo en las artes fue expropiado, definitivamente, y desde épocas inmemoriales, por el relato, y el relato en su estructura básica no admite vanguardismos. Lo único que pueden hacer las vanguardias con el tiempo es espacializarlo.