Los siete locos

-No, hombre, usted no. Naturalmente, he sufrido tanto, que ahora el coraje está en mi encogido, escondido. Yo soy mi espectador y me pregunto: ¿Cuándo saltará mi coraje? Y ése es el acontecimiento que espero. Algún día algo monstruosamente estallará en mí y yo me convertiré en otro hombre.

En nuestra cámara de diputados y de senadores, hay sujetos acusados de usura y homicidio, bandidos vendidos a empresas extranjeras, individuos de una ignorancia tan crasa, que el parlamentarismo resulta aquí la comedia más grotesca que haya podido envilecer a un país

Créame, nosotros estamos viviendo en una época terrible. Aquel que encuentre la mentira que necesita la multitud será el Rey del Mundo.

; y quizá esa felicidad que es la que él perdió es la que se necesita para borrar del semblante humano tanto vestigio de fealdad.

Usted me mira asombrado, claro, veía un hombre raro, quizá, pero no se daba cuenta de que toda esa rareza derivaba de la angustia que yo llevaba escondida en mí.

Yo, que soy la nada, de pronto pondré en movimiento ese terrible mecanismo de polizontes, secretarios, periodistas, abogados, fiscales, guardacárceles, coches celulares, y nadie verá en mí un desdichado sino el hombre antisocial, el enemigo que hay que separar de la sociedad.

¿De dónde habrán salido tantos monstruos? Yo mismo estoy descentrado, no soy el que soy, y, sin embargo, algo necesito hacer para tener conciencia de mi existencia, para afirmarla.

Decíme francamente: ¿supiste vos en tu corazón qué hombre eras para tu mujer? ¿Qué es lo que ella vio en vos para sufrir tanto a tu lado, y soportarte como lo hizo?

Dicen, y es cierto, que el corazón no duele, pero créelo, a momentos me digo: ¿para qué vivir? ¿A dónde va la vida si yo soy así? ¿Te das cuenta? Vos tenes que ver todo lo que he cavilado pensando estas cosas.

¿Cómo es que el alma puede soportar tanto dolor? Y sin embargo quería sufrir más.