dispusieran las correspondientes prohibiciones y castigos, impuestos por una severidad moral que es, en mi opinión, similar a los peores aspectos de la religión: los aspectos fundamentalistas, carentes de alegría, santurrones, que nada tienen que ver con la piedad. La cancelación es un aspecto particularmente desagradable de su arsenal y puede terminar siendo una especie de sadismo disfrazado de virtud.
Sí creo que el impulso